Desde hace cientos de miles de años las mujeres han sabido dar a luz a sus bebés.
El parto es un proceso involuntario e inevitable. Desde hace cientos de miles de años las mujeres han sabido dar a luz a sus bebés.
Hoy puede resultarnos increíble que las mujeres hayan dado a luz durante esta escalofriante cantidad de tiempo: durante la mayor parte de nuestra historia y toda la prehistoria, sin ayuda de un equipo médico, de medicación y de anestesia, y en muchas ocasiones en lugares… ¿Qué tendrían esas mujeres que no tenemos las mujeres de hoy?
Pues realmente nada, estamos igual de bien dotadas que las mujeres de antaño para dar a luz. Pero sí hay algo en lo que ellas sin duda nos sacaban ventaja: en el conocimiento del cuerpo.
El conocimiento del cuerpo, por el uso del mismo, no porque se dedicaran a estudiar anatomía…
Lo que probablemente no tenían las mujeres de otros siglos era una actividad mental tan desconectada del cuerpo como la que tenemos las mujeres de hoy.
El trabajo en movimiento o la actividad física formaban parte de su vida diaria, de su rutina del día a día, por ello confiaban en sus cuerpo, porque sentían día a día sus capacidades. Sin embargo hoy las mujeres nos movemos poco y pensamos demasiado. Vivimos fuera del cuerpo, y en gran medida nos asusta enormemente vivir un proceso involuntario e inevitable que no podemos controlar a nivel mental…
Pero no parimos con la cabeza, parimos con todo el cuerpo…
Por eso hoy más que nunca se nos hace necesario conocernos y conocer el proceso del parto: su mecánica y su química.
Cuando conozcas la forma de tu pelvis, y los movimientos que puedes realizar para ampliar sus espacios, podrás ayudar a tu bebé a realiza sus movimientos, su particular viaje en espiral por el canal del parto hacia la vida: “El primer viaje de nuestra vida” (como el título de ese maravilloso libro de Juan Luis Arsuaga en el que relata el parto desde un doble punto de vista: antropológico y biomecánico, cuya lectura recomiendo encarecidamente…)
Conocer nuestro periné y suelo pélvico, ese gran desconocido que “empieza a existir” para nosotras cuando nos quedamos embarazadas. Ese con el que “tienes que hacer” los famosos ejercicios Kegel, para que después del parto no tengas problemas de incontinencia, o para evitar los temidos prolapsos,…
Cuando conozcas bien tu suelo pélvico, sabrás que los ejercicios de Kegel no son realmente ni tan efectivos, ni tan necesarios, especialmente durante el embarazo.
Cuando conozcas bien tu suelo pélvico, sabrás que no solamente hay que fortalecer el suelo pélvico, sino que es muy conveniente aprender a relajarlo de cara al parto, para reducir la posibilidad de desgarros y episiotomías y sobre todo para facilitarle el nacimiento de tu bebé.
Conocer bien tu útero. ¿Te has preguntado alguna vez qué es el útero? Quizá te sorprenda saber que el útero es el segundo músculo más fuerte del cuerpo después del corazón.
Quizá te sorprenda saber también, que como músculo que es, puedes hacer muchas cosas para fortalecer y relajar tu útero. Para que las “contracciones” sean más efectivas, para que la dilatación sea más fluida y para reducir las sensaciones intensas del trabajo de parto…
Cuando conozcas bien tu útero sabrás que el útero no se contrae durante el parto, sino que sus fibras más bien dibujan una ola que empujan al bebé hacia la vida. Y que tu cuerpo puede ayudar a esas olas en su movimiento.
Cuando conozcas bien tu útero sabrás que está formado por diferentes tipos de fibras musculares y que cada grupo de fibras está conectado a nuestro sistema nervioso autónomo de una forma diferente:
Un grupo de fibras uterinas son activadas por el sistema nervioso parasimpático, el sistema nervioso relacionado con el placer, la relajación, el sueño, y que es este sistema nervioso el que provoca y facilita el parto, haciendo que el parto sea una experiencia placentera…
Otro grupo de fibras son activadas por el sistema nervioso simpático, el Sistema Nervioso relacionado con el miedo, el estrés, con la pelea o la huída. Y estas situaciones (miedo, estrés,…) alarga y puede llegar a estancar el parto… haciendo que sea más doloroso y difícil.
Cuando sepas cómo inducir en tu cuerpo un estado en el que el parasimpático sea el sistema nervioso predominante, podrás hacer que tu parto sea más placentero.
Cuando conozcas el proceso hormonal del parto, sabrás que la hormona que produce el parto es la oxitocina, la misma hormona que produce el orgasmo.
Cuando tú y tu pareja o acompañante al parto conozcáis el proceso mecánico y químico del parto, podréis crear el ambiente propicio para que la oxitocina fluya y el parto se desarrolle con mayor fluidez, con más tranquilidad, con más seguridad, rediciendo la probabilidades de desgarros, episiotomía y cesárea; reduciendo el dolor e incluso teniendo una experiencia de parto placentera y satisfactoria para y tu bebé.
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Sabiendo que estos talleres no sustituyen a la preparación para la maternidad que debe ser impartida por una matrona titulada.