Cómo sobrevivir a la violencia obstétrica

La violencia obstétrica está tan aceptada y tan normalizada en la atención al parto que tanto a las mujeres que la sufren como a los profesionales que la ejercen les cuesta identificarla como tal. La sociedad no está concienciada sobre este tema y al final, las que siguen sufriendo somos las mujeres y nuestros bebés.

Si viviste tu parto como una experiencia traumática, si tuviste intervenciones en tu parto y no sabes si eran verdaderamente necesarias o si se podrían haber evitado, si tienes la sensación de que te robaron tu parto, puedes haber sido víctima de violencia obstétrica.

La violencia obstétrica no siempre implica maltrato verbal o físico, por eso resulta difícil de identificar en ocasiones, tanto por las madres como por los profesionales que la ejercen.

En este artículo vas a saber:

  • Qué es la violencia obstétrica y cómo identificar si has sido víctima de violencia obstétrica.
  • Las secuelas de la violencia obstétrica en la madre.
  • Las secuelas de la violencia obstétrica en el bebé.
  • Cómo superar la experiencia traumática del parto con violencia obstétrica y encontrar el equilibrio en tu vida.

La violencia obstétrica a veces es muy evidente y otras veces es realmente sutil.

La violencia obstétrica no siempre implica maltrato verbal o físico, por eso resulta difícil de identificar en ocasiones, tanto por las madres como por los profesionales que la ejercen.

La misma OMS ha emitido varios informes en los que alerta de la gravedad de esta lacra y de las consecuencias de las intervenciones innecesarias en los partos. La ONU ha emitido un informe demoledor, en el que se afirma que la VO (Violencia Obstétrica) es una clase de violencia de género contra la mujer que está sistematizada, es decir, que forma parte del sistema sanitario de la mayoría de los países del mundo. Y hasta hay una sentencia del Tribunal de la ONU contra el gobierno español por violencia obstétrica. Aún así muchos profesionales se empeñan en negarla.

Mientras tanto, muchas madres víctimas de VO han alzado la voz, formando asociaciones como El Parto es Nuestro y el Observatorio de Violencia Obstétrica que están denunciando y promoviendo leyes para erradicarla. Y también, muchos profesionales sanitarios, especialmente matronas, parteras y obstetras, están dando la voz de alarma, pues ellas son, en muchas ocasiones, víctimas colaterales de esta lacra, al tener que asistir, presenciar y en algunas ocasiones efectuar prácticas violentas en el parto que van en contra de sus principios.

¿Qué es la violencia obstétrica?

La definición de violencia obstétrica es muy clara. Se ejerce violencia obstétrica cuando se da alguno de los factores siguientes:

  1. Se actúa en contra de la evidencia científica.
  2. Se actúa en contra de la ley y de los derechos de madre e hijo.
  3. Se actúa en contra de los deseos de la madre.
  4. Se da un trato deshumanizado: maltrato físico, verbal o manipulación psicológica. Si se da este maltrato se estará actuando en contra de la ciencia, de la ley y de los deseos de la madre.

En la atención médica al parto existen una serie de prácticas rutinarias que se realizan por protocolo, que están obsoletas por no estar respaldadas por la ciencia y que no mejoran en nada la experiencia de parto.

Vayamos por partes:

Actuar en contra de la evidencia científica es violencia obstétrica

Es necesario saber qué dice la evidencia científica sobre el parto y por qué actuar en contra de la misma significa ejercer violencia.

En medicina hay una máxima:

“Primum non nocere” = “Lo primero no dañar”

Éste es el principio máximo de la ética de la medicina, si lo que voy a hacer tiene más riesgo que beneficios entonces, no se hace.

Todas las intervenciones y los medicamentos causan iatrogenia, es decir, tienen riesgos y efectos adversos asociados. Por lo tanto, es necesario evaluar la verdadera necesidad de cualquier tipo de intervención antes de realizarla y emplear el recurso médico solamente cuando los beneficios superen los riesgos.

Muchas mujeres creen que les han salvado la vida en el parto a ellas y a sus bebés, pero de lo que no son conscientes es de que, en muchas ocasiones, sus vidas ha corrido riesgo precisamente porque se empezó a intervenir sin necesidad.

Sin embargo, en la atención médica al parto existen una serie de prácticas rutinarias que se realizan por protocolo, que están obsoletas por no estar respaldadas por la ciencia y que no mejoran en nada la experiencia de parto. Por el contrario, interfieren en el proceso fisiológico natural y lo ponen en riesgo. En muchas ocasiones estas intervenciones dan lugar a la necesidad de intervenciones mayores para “arreglar” lo que se estropeó cuando se comenzó a intervenir y/o medicar. Es lo que se conoce como la cascada de intervenciones.

Muchas mujeres creen que les han salvado la vida en el parto a ellas y a sus bebés, pero de lo que no son conscientes es de que, en muchas ocasiones, sus vidas ha corrido riesgo precisamente porque se empezó a intervenir sin necesidad.

Recordemos que dar a luz no es una enfermedad, sino todo lo contrario. Es un hecho natural que forma parte de los ciclos vitales de madre y bebé.

Los intentos de acelerar el parto para hacerlo más rápido derivan en más dolor, y por lo tanto en la necesidad de más anestesia para que la madre lo pueda soportar.

Con el traslado del parto desde los hogares a los hospitales y el avance tecnológico aplicado al parto, este proceso natural se ha tecnificado y patologizado. Es decir, se trata a madre y bebé como si el parto fuera una enfermedad y un proceso imperfecto que la medicina debería mejorar a base de tecnología y de medicamentos. Con objeto de hacerlo más “eficiente”: más seguro, más rápido, e indoloro.

Pero, paradójicamente, en el camino que se toma para hacer el parto más seguro se pone en riesgo la salud de madre y bebé y después se tienen que tomar medidas para tratar de remediar el desaguisado que se ha provocado previamente debido únicamente a la propia intervención.

A menudo el dolor en el parto también es una consecuencia de la intervención y de no propiciar un ambiente adecuado para que el proceso hormonal y emocional materno se desarrolle con normalidad. Por lo que se hace necesario el uso de anestesia epidural con todos los riesgos que ello implica.

Los intentos de acelerar el parto para hacerlo más rápido derivan en más dolor, y por lo tanto en la necesidad de más anestesia para que la madre lo pueda soportar.

Hay muchas intervenciones rutinarias en el parto que van en contra de la evidencia científica. Y esto es violencia obstétrica por la sencilla razón de que ponen en riesgo tu salud y tu vida y las de tu bebé sin necesidad.

Estas son algunas de las prácticas en el parto que se realizan por protocolo de manera rutinaria, que no están respaldadas por la ciencia y que ponen en riesgo la salud de la madre y del bebé:

    1. Poner una vía a la mujer nada más ser ingresada de manera “preventiva”, sin causa médica.
    2. Impedir el movimiento de la madre durante el parto por estar conectada a diversos aparatos para la monitorización continua de las contracciones uterinas y el ritmo cardíaco fetal.
    3. La monitorización continua interna.
    4. Prohibirle a la mujer comer y beber.
    5. Poner a la mujer tumbada en litotomía durante el expulsivo para la comodidad del profesional médico que la atiende.
    6. Dirigir los pujos.
    7. Realizar tactos vaginales innecesarios. Se considera una buena práctica realizar sólo una exploración vaginal cada 4 horas.
    8. Romper la bolsa de líquido amniótico.
    9. Poner oxitocina sintética para acelerar el parto, sin haber evaluado por qué el parto se detuvo o se ralentizó y sin probar otras alternativas. La oxitocina sintética es uno de los once medicamentos de alto riesgo, según la Asociación Americana del Medicamento (FDA) y el Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos (ISMP) de España, esto significa que “si se utiliza incorrectamente existe una gran probabilidad de causar daños graves o incluso mortales en los pacientes”. Sin embargo se usa indiscriminadamente en casi todos los partos que se paran o se ralentizan.
    10. Establecer una limitación en la duración del parto cuando no existe riesgo para madre y bebé.
    11. Inducir el parto basándose en la edad gestacional o en la disponibilidad del médico sin que exista ninguna causa médica justificada para ello.
    12. Realizar la maniobra de Hamilton sin necesidad (y en la mayoría de las ocasiones sin informar ni pedir el consentimiento de la madre).
    13. Realizar la maniobra de Kristeller (subirse encima de la barriga de la mujer y empujar el bebé hacia abajo). Esta práctica está prácticamente prohibida, pero se sigue realizando. En muchas ocasiones, cuando se realiza no se deja por escrito en el informe médico. Esta práctica puede ser muy dolorosa y peligrosa para la madre que puede sufrir rotura de costillas y desgarros perineales muy graves. Y además puede causar distocias severas en el bebé.
    14. Realizar epsiotomías (corte en el periné) de manera rutinaria. Todavía hay muchos profesionales que creen que la episiotomía previene desgarros mayores. Esto es falso, precisamente la episiotomía en sí ya es un desgarro y el 70% de ellas derivan en desgarros graves de 3º y 4º grado.
    15. Realizar cesáreas innecesarias por cuestiones que no tienen que ver con la salud de madre e hijo/a.
    16. Atar las dos manos de la madre mientras se realiza una cesárea.
    17. Impedir el contacto piel con piel inmediato de madre y bebé después del parto.
    18. Obligar a la mujer a que se someta a pruebas médicas que nada tienen que ver con el parto bajo la amenaza de no darle la atención médica que necesita. Ésto ha ocurrido recientemente con las pruebas PCR. Durante la pandemia, la violencia obstétrica se ha acentuado.
    19. Separar al bebé de la madre en los primeros momentos, incluso horas, de vida para realizarle pruebas u observar su evolución. Salvo en casos muy graves, la mayoría de las pruebas se pueden realizar junto a la madre.
    20. Realizar al bebé aspiraciones nasales, gástricas y/o anales sin justificación médica.
    21. Cortar el cordón umbilical de manera inmediata tras el nacimiento sin esperar a que el cordón deje de latir.

Otras prácticas que ponen en riesgo el proceso hormonal del parto y que son bastante frecuentes en la atención al parto hospitalario son:

  1. Impedir que la mujer permanezca acompañada en su parto por la persona que ella elija y dejarla sola, sin apoyo emocional.
  2. La entrada y salida de personal hospitalario (sanitario y no sanitario) en la sala donde está la mujer dilatando o dando a luz.
  3. Impedir la intimidad en la sala.
  4. Realizar exploraciones vaginales innecesarias con carácter pedagógico, con el fin de practicar habilidades médicas sobre el cuerpo de la mujer por parte de profesionales en formación, que a menudo no se presentan por su nombre ni piden permiso para realizarlas.

Si has sido sometida a alguna de estas intervenciones de manera rutinaria, sin que haya una verdadera causa médica para ello, has sido víctima de violencia obstétrica.

¿Por qué actuar en contra de la ley y de los derechos de madre y bebé es violencia obstétrica?

En 2002 se elaboró la Ley de autonomía del paciente, basada en los acuerdos de Oviedo y en los acuerdos que se derivaron de los juicios de Nuremberg tras la II Guerra Mundial, con el fin de proteger a los pacientes contra el abuso médico y la experimentación de fármacos e intervenciones en seres humanos.

Si te han hecho intervenciones durante tu parto sin informarte y sin pedir tu consentimiento, has sido víctima de violencia obstétrica.

Esta ley reconoce el derecho del paciente de aceptar o de negarse a cualquier intervención o medicalización. Por otro lado, la ley obliga al profesional sanitario a informar y pedir el consentimiento del paciente para cualquier intervención / medicación.

La información que debe dar el médico incluye:

  • El diagnóstico.
  • La prescripción, es decir, la medicación o la intervención que el profesional propone en función del diagnóstico.
  • Los riesgos, efectos secundarios y efectos adversos que puede causar dicha medicación o intervención.
  • Las alternativas a dichos tratamientos.
  • El consentimiento previo por parte del paciente para que se realice lo que el médico prescribe o su negativa a recibir el tratamiento.

Si te han hecho intervenciones durante tu parto sin informarte y sin pedir tu consentimiento, has sido víctima de violencia obstétrica.

También has sido víctima de violencia obstétrica si te han mentido o si no te han informado sobre los efectos adversos de la medicación o de la intervención que te han prescrito.

Por ejemplo, a menudo suele explicar las bondades de la epidural, y suelen incluso presionar a las mujeres para que se la pongan, sin embargo no cuentan los riesgos que este medicamento tiene, ni los efectos adversos que puede tener en el desarrollo de su parto.

Igual ocurre con la oxitocina sintética, que se utiliza tanto para inducir el parto (provocar el parto) como para acelerarlo en caso de que se detenga o que vaya más lento de lo que ellos consideran “lo normal”. A menudo se usa sin informar ni de su uso ni de los múltiples riesgos que entraña.

Algunos de los efectos adversos de la oxitocina sintética:

  • Aumento del dolor, y por tanto de la necesidad de usar la epidural.
  • Mayor probabilidad de desarrollar taquisistolía (más de seis contracciones en diez minutos).
  • Mayor frecuencia de hipertonía del útero.
  • Mayor riesgo de desgarros del útero (especialmente en mujeres con cesárea previa).
  • Aumento del riesgo de sufrimiento fetal, causa principal de intervenciones mayores en el parto.
  • Mayor riesgo de hemorragia posparto (principal causa de muerte materna durante el parto).
  • Mayor tasa de partos instrumentales o cesáreas.

Has sido víctima de violencia obstétrica si te han hecho una inducción al parto con oxitocina sintética sin motivos médicos reales o si la han usado para acelerar el parto sin probar alternativas menos arriesgadas para resolver el problema y si te la han puesto sin informarte de sus riesgos y sin pedir tu consentimiento.

Ninguna madre que esté en su sano juicio pondría en riesgo la vida de su bebé por capricho

Actuar en contra de los deseos de la madre también es violencia obstétrica

Este puede ser el punto más controvertido de todos, pues en ocasiones los deseos de la madre se oponen a los protocolos y la prescripción de los profesionales.

Impedir que una mujer se mueva libremente durante su parto, y que coma y beba durante el mismo es una violación de su libertad como ciudadana de pleno derecho y vulnera sus derechos fundamentales como ser humano.

Partamos de la base de que ninguna madre que esté en su sano juicio pondría en riesgo la vida de su bebé por capricho. En este sentido, en muchas ocasiones los profesionales médicos a menudo se sienten cuestionados cuando una mujer, por ejemplo, se niega a una inducción por el mero hecho de haber sobrepasado una determinada semana de gestación o cuando la madre se niega a someterse a una cesárea por haber tenido cesáreas previas o por tener al bebé en posición podálica.

En estos casos algunos médicos amenazan a las mujeres con la “carta del niño muerto” con tal de que la mujer se someta a sus deseos y, en ocasiones, se ha llegado a denunciar a la mujer por, supuestamente, “poner en riesgo la vida de su bebé”.

Esto es una clara vulneración de los deseos de la madre. En este caso muy extremo.

Por lo general, las mujeres que se niegan a este tipo de procedimientos médicos, lejos de ser unas caprichosas, son mujeres que se han formado e informado al máximo sobre el proceso fisiológico del parto y que asumen su responsabilidad como adultas en su toma de decisiones sobre su cuerpo y la salud de su bebé. Sabiendo que el riesgo cero no existe y tomando las precauciones necesarias para dar el mejor nacimiento a sus hijos. A menudo cuentan con el asesoramiento y vigilancia de profesionales médicos que tienen un abordaje del parto más acorde a su fisiología y a la última evidencia científica sobre el mismo.

Sin embargo, la visión de profesionales muy intervencionistas es justo la opuesta. Y creen que tienen derecho a tomar decisiones que no les corresponden, y así actúan en contra de la ley de autonomía del paciente.

También es violencia obstétrica:

  • No aceptar el plan de parto de la madre, cuando se trata de un documento jurídicamente vinculante reconocido por el Ministerio de Salud.
  • Obligar a firmar a la madre un documento de consentimiento informado en el que la mujer delega la toma de cualquier decisión sobre su parto a los profesionales médicos que la atienden según cómo sea la evolución del parto. Este tipo de documentos es ilegal de entrada, y supone también una vulneración de la ley de autonomía del paciente.

Obligar a una mujer a permanecer o adoptar determinadas posturas durante su parto no solo va en contra de la evidencia científica y del natural desarrollo del parto sino que va en contra de la Constitución Española (y contra la carta magna de la mayoría de los países) que garantiza la libre deambulación de los ciudadanos.

Impedir que una mujer se mueva libremente durante su parto, y que coma y beba durante el mismo es una violación de su libertad como ciudadana de pleno derecho y vulnera sus derechos fundamentales como ser humano.

El maltrato verbal y físico es violencia obstétrica por definición y también ocurre

Muchas mujeres declaran haber sido infantilizadas durante su parto. No reconocer e incluso negar su dolor, en ocasiones se les miente sobre su estado o sobre las intervenciones y se actúa sin informarlas.

Se usa con ellas diminutivos como “mami”, “gordi”, “bonita” sin dirigirse a ellas por su nombre.

En ocasiones los profesionales médicos hablan entre ellos sobre el estado de la madre o el bebé como si la madre no estuviera presente.

Otro modo de maltrato es dar la información en términos muy técnicos incomprensibles para la madre. Si la mujer no puede comprender la información que se le da, no puede tomar decisiones libremente.

Otra práctica muy extendida es que los profesionales médicos hablen de “sus cosas” mientras realizan una intervención quirúrgica. Por ejemplo se cuentan chistes o hablan sobre sus vacaciones mientras la mujer está siendo sometida a una cesárea. Eso es violencia obstétrica.

Pero hay aún otro maltrato que es mucho más sutil que es el de informar desinformando. Es decir, dar opiniones profesionales basadas en sus creencias o en la conveniencia del profesional médico haciéndolo pasar por información científica veraz.

Qué secuelas deja la violencia obstétrica en la madre

Además del trastorno de estrés postraumático que puede vivir cualquier mujer que ha sido sometida a intervenciones en el parto, las mujeres que, además, han sido víctimas de violencia obstétrica tienen un añadido de frustración, rabia, resentimiento y culpa.

Las víctimas de violencia obstétrica sienten frustración porque se les ha robado su parto. Sienten rabia por haber sido víctima de procedimientos inadecuados por los que ningún ser humano debería pasar.

En muchas ocasiones haber tenido una intervención en el parto te deja la sensación de que te han robado una experiencia que era tuya

Las víctimas de violencia obstétrica sienten resentimiento contra los profesionales médicos que las atendieron, y en ocasiones, contra la clase médica en general. Algunas mujeres sienten miedo de asistir de nuevo a cualquier tipo de consulta médica y desconfían de la institución médica en general. Esto puede poner en riesgo la salud y la vida de la mujer que deje de ir a revisiones o a consulta médica cuando realmente lo necesita.

Las víctimas de violencia obstétrica sienten culpa por haberse “dejado hacer”, por no haberse informado lo suficiente, por no haber pedido una segunda opinión, por las decisiones que tomaron o por no haber tomado otras decisiones diferentes, por no haber sabido protegerse a sí mismas de esta situación.

Y sobre todo, las víctimas de violencia obstétrica sienten una enorme culpa por las consecuencias que las intervenciones médicas pueden tener en la salud de sus bebés. Y esto interfiere en su relación con sus hijos. Sintiéndose fracasadas o insuficientes como madres. Sobre protegiendo a sus bebés o pensando que están en deuda con ellos.

A esto se suma la ignorancia que la sociedad tiene en general sobre los efectos adversos de las intervenciones en el parto para el bebé.

Después del parto también te enfrentas a la incomprensión de las personas que te rodean que te intentan consolar con frases como:

“Tu bebé está bien y eso es todo lo que importa”.
“No es para tanto, a fulanita le ocurrió…” y te cuenta una historia de terror.
“Bueno, ya pasó todo y ahora lo importante es que los dos estáis bien”.

Cuando dicen bien, quieren decir que los dos estáis vivos. Y es que salir vivos del hospital es todo lo que le importa a la sociedad. Y el cómo te sientas tú es lo de menos. Ahora ya tienes un bebé precioso en los brazos al que se supone que tienes que amar más que nada en el mundo.

Aunque te duela la cicatriz de la cesárea, aunque tu periné está destrozado y no puedas ni sentarte, aunque sientas rechazo por tu bebé, aunque sientas que eres una mala madre… todo esto, desgraciadamente se vive en silencio y soledad.

En muchas ocasiones haber tenido una intervención en el parto te deja la sensación de que te han robado una experiencia que era tuya. A veces no sabes si realmente la intervención era necesaria o si se podría haber evitado. Y entras en un bucle de pensamientos que te llevan a preguntarte constantemente cómo habría sido tu parto si hubieras tomado decisiones diferentes:

Y si hubiera pedido una segunda opinión médica.
Y si hubiera elegido otro hospital/profesional en mi parto.
Y si me hubiera preparado mejor.
Y si no hubiera dejado que me hicieran esto o lo otro.

Y así te pasas horas pensando en lo que hubiera pasado en una situación distinta y culpabilizándote por todo lo que hiciste o todo lo que no hiciste y debiste hacer.

Qué secuelas deja el trauma del nacimiento en el bebé

Las madres se sienten aún más culpables cuando investigan y descubren que los niños nacidos por cesárea o en partos instrumentales tienen mayores probabilidades de desarrollar: autismo, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, asma, alergias, enfermedades autoinmunes y trastornos psicológicos en su vida adulta tales como depresión, ansiedad o neurosis.

Fréderick Leboyer decía “Si pudiéramos eliminar toda violencia de nuestro propio nacimiento, toda nuestra vida habría sido radicalmente distinta.”

Así de importante es la huella que deja el nacimiento en el ser humano. Y es que la manera de nacer sí importa. 

Cuando un bebé tiene un nacimiento traumático algo se quiebra dentro de él a un nivel muy profundo. Se trata de la CONFIANZA, que es el pilar fundamental del desarrollo del “Yo Sano”.

Al llegar al mundo de esta manera el bebé percibe que ha salido del paraíso del útero materno, atravesando por un proceso muy difícil y que ha llegado a un lugar donde, en primer lugar su vida corre peligro, donde se le médica y se le manipula. Siente que el mundo es un lugar hostil donde no es bien recibido.

Cada niño, según su propia naturaleza, va a hacer una interpretación diferente de esta experiencia. Te recomiendo que leas esta entrada de blog para saber más sobre las consecuencias de la experiencia traumática de nacimiento en el bebé.

Cómo superar la experiencia traumática del parto con violencia obstétrica y encontrar el equilibrio en tu vida

Puedes ver también la entrada del blog, cómo recuperarse de un parto traumático.

Primero de todo no pasarlo sola y buscar ayuda de madres que hayan pasado por algo similar y lo hayan superado, y de profesionales que realmente te ayuden a salir de ese bucle de pensamientos dañinos.

Escribir tu experiencia puede ser un buen primer paso para sacar todas las emociones adentro. Lo que no sacamos se enquista en nuestro cuerpo y tarde o temprano saldrá de manera inesperada y dolorosa.

Dale la importancia que tiene. Has pasado por un trauma y es necesario pasar por un duelo y sanar la experiencia emocional. Tanto de manera consciente, como sobre todo inconsciente. Esta es la parte más difícil, pues estas experiencias se graban muy profundamente en nuestra psique.

Hasta que no se consigue un cambio emocional profundo no se logra superar la experiencia y para esto existen varias técnicas eficaces que van desde la programación neurolingüística hasta la hipnosis.

Toma acción. No hacer nada lo único que consigue es mantenerte en esa sensación de impotencia y de victimismo. No tienes que ser una víctima toda la vida. No te quedes anclada en el dolor.

Lo primero es sanarse a una misma, después aprender a minimizar los daños en tu bebé. Porque sólo siendo consciente de ellos puedes ayudarle de verdad. Y el tercer paso es contribuir a que no le ocurra más a otras madres ni a otros niños.

Tú tienes el poder ahora de cambiar tu realidad y la de muchas mujeres.

En el curso de Superación del Parto Traumático comparto las técnicas más eficaces para dejar de culpabilizarte y poder pasar página de una manera sana. Para que este hecho no te marque de por vida y para que puedas disfrutar de la crianza de tu hijo, o prepararte para la llegada del siguiente con optimismo y sin miedo.

Yo he pasado por algo muy similar a lo que has pasado tú y tardé siete años en sanarme, formándome en diferentes técnicas y terapias. Sé lo que funciona y lo que no funciona. No tardes tanto tiempo como yo en superar ese duelo. Da el paso ahora, yo te acompaño.

https://landings.metodolaxmi.com/curso-online-superacion-del-parto-traumatico/

Con todo mi amor,

Aixa Laxmi

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