Inducciones y cesáreas, posible origen del autismo

Un estudio científico apunta a la intervención en el parto como posible origen del autismo.

 

Los trastornos del espectro autista (TEA) están de actualidad. El número de casos se han multiplicado de manera alarmante desde los 1970 hasta la fecha.

Un reciente estudio publicado en Science Advances y liderado por el neurobiólogo francés Yehezkel Ben-Ari, apunta al parto como posible origen del trastorno autista.

En el momento del nacimiento, «el sistema nervioso del feto envía una señal de aviso para que se paralice el desarrollo del cerebro que, en situaciones normales, deja de crecer unas 24 horas antes del parto hasta unas 24 horas después». Así lo ha explicado Paolo Bonifazi, investigador Ikerbasque en el Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces que ha participado en el estudio.

Sin embargo, en el caso los TEA, esta señal no llega a su cerebro, que sigue desarrollándose durante el parto. «El cerebro de los fetos con autismo siguió creciendo porque no les llegó la señal de aviso de que debían paralizar su desarrollo hasta después del parto», afirma Bonifazi.

«Esta señal, producida por la hormona de la oxitocina, es una acción antiestrés del organismo que avisa a las neuronas en desarrollo para que frenen su frenética actividad con señales principalmente excitatorias y aparezcan señales inhibitorias», puntualiza el investigador.

Los resultados de este estudio ponen de manifiesto la relación entre el aumento de los casos de autismo en las últimas décadas, y el aumento de inducciones innecesarias, de intervencionismo en el parto y de cesáreas programadas.

Tanto en las inducciones al parto como en las cesáreas programadas no se permite que el parto se desencadene de manera fisiológica. Se impide ese “aviso” de la oxitocina al cerebro fetal, para que deje de crecer y se prepare para el parto normal y la vida extra útero.

Una vez más, se pone de manifiesto que interferir en el proceso fisiológico del parto pone en riesgo la salud del bebé.

La oxitocina, hormona del amor y de la conexión, es la responsable de cuidar del cerebro desde 24 horas antes del parto en el nacimiento natural.

El incremento en la prevalencia de los trastornos del espectro autista (TEA) es preocupante, y varía según los países. En España, por ejemplo, se estima que afecta a 1 de cada 100 niños nacidos, tal como recoge la Confederación de Autismo de España.

El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos publicó en 2018 los datos actualizados de prevalencia estimada del TEA en el aquel país, encontrando un dato estimado de prevalencia de 1 niño/a entre cada 59 a la edad de ocho años, lo que supone un incremento respecto al anterior estudio de datos de 2012, que estimaba una prevalencia de 1 entre 68.

Curiosamente, es la oxitocina la que manda la señal inhibitoria al cerebro del bebé desde 24 horas antes del parto y hasta 24 horas después del nacimiento para que el cerebro deje de crecer.

La oxitocina es la misma neurohormona que desencadena el parto en la madre y que produce las contracciones uterinas que empujan al bebé hacia la vida extra uterina. La misma hormona responsable del establecimiento del apego seguro materno filial en los instantes inmediatamente posteriores al parto.

La oxitocina hace que la madre y bebé se enamoren el uno del otro, literalmente, en el momento del parto.

La Naturaleza ha previsto este mecanismo neurohormonal para que la madre se dedique de manea entrega y amorosa al cuidado de un bebé totalmente dependiente y desvalido. Bajo el influjo de la oxitocina estos cuidados le resultan, además, placenteros.

Las madres sabemos cuan duro puede ser el puerperio. Horas sin dormir, cansancio, mal humor. Sin embargo la oxitocina se encarga de proporcionarnos el amor suficiente para encontrar placer en todo lo referente al cuidado del bebé. Por ello segregamos oxitocina a raudales en el parto y en la lactancia. 

La oxitocina es una garantía natural que tiene el recién nacido de que alguien va a cuidar de él y le va a proporcionar todo lo que necesita para la vida de manera amorosa: nutrición, higiene, descanso, comunicación, calor, abrazos, caricias…

Tal como explica la doctora Kerstin Uvnäs Moberg, la oxitocina, es la responsable de los sentimientos de amor, empatía, confianza y conexión, no solo entre seres humanos, sino también entre otras especies de mamíferos.

No será casualidad que, precisamente, la característica principal de las personas afectadas por este trastorno sea la incapacidad y/o falta de interés de interacción con los demás y la incompetencia para comprender e interpretar los sentimientos de otras personas.

Todo apunta a que la carencia de la oxitocina en el momento clave del nacimiento del ser humano pudiera estar detrás de estos trastornos.

El parto está regido por las hormonas del amor (oxitocina), la confianza (serotonina) y el bienestar (endorfinas). Si se interfiere en este proceso se pone en riesgo la salud de la madre y, sobre todo, del bebé.

Confiamos en que un mayor conocimiento sobre el proceso fisiológico del parto normal, nos devuelva la conciencia y la confianza en los procesos biológicos naturales tanto a madres como a profesionales.

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