Durante el embarazo nos dicen que tomemos ácido fólico (folato activo), evitemos ciertos alimentos y nos mantengamos activas para que lleguemos en un buen estado al parto y nuestro bebé esté sano. Pero poco se dice de cómo puede afectar a nuestra salud física y mental tener un tipo de parto o tomar ciertas decisiones en nuestro proceso. Y mucho menos, se habla sobre el impacto que pueda tener en nuestras criaturas. De hecho, en la actualidad, hay muchas intervenciones que se toman popularmente como inocuas tanto para la mamá como para el bebé, las cuales, en muchos casos, vienen de la mano de miedo, desinformación y protocolos desactualizados.
Y es que no se trata de demonizar los partos medicalizados o los estilos de vida, pero sí de ser conscientes de cómo nuestras decisiones pueden tener un impacto en nosotros y qué podemos hacer ante ello.
De la misma manera, es importante entender que hay que valorar riesgos y beneficios (tanto físicos como psicológicos), y que a veces, vamos a tomar decisiones que a priori pueden influir en aumentar riesgos para la salud, pero que por las circunstancias en las que nos encontremos, pueda ser una buena opción para nosotras o para nuestros bebés ya que los beneficios superan los riesgos.
Después de haber hecho una lectura del libro Maternidad y Salud, Ciencia, Conciencia y Experiencia publicado en 2011 por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, lo que sí queda claro, es que ir a ciegas y no hacer nada al respecto, es un riesgo en sí mismo. Y es que, paradójicamente, parece que mucha de la evidencia publicada en dicho documento sigue siendo ignorada por algunos hospitales, ya que la práctica clínica y los relatos de las mujeres así lo demuestran.
Si quieres saber un poco más cómo pueden afectar ciertas prácticas en tu embarazo, parto y postparto, sigue leyendo porque lo que te tengo que contar no te va a dejar indiferente.
¿Qué pasa en el cerebro de las embarazadas y bebés durante la gestación?
Conocemos mucho de lo ocurre en el cuerpo y desarrollo físico de la mamá y el bebé durante la gestación, pero poco se habla de los cambios cerebrales que tanto impacto van a tener en nuestra salud.
Durante el embarazo, es importante que tanto el desarrollo neuronal del lactante como los cambios en sistemas neuroendocrinos de la madre se desarrollen correctamente para que se produzca un buen apego entre ellos, ya que esto es lo que garantizará la supervivencia del recién nacido.
De hecho, según la psiquiatra francesa Monique Bydlowski, durante el embarazo se produce lo que ella denomina como “transparencia psíquica”. Esto es una serie de recuerdos de la infancia que resurgen en el inconsciente de la madre para poder vincularse con su criatura. Lo que también puede llevar a conectar con procesos psicológicos no resueltos agudizando duelos pendientes.
De la misma manera, el vínculo comienza a formarse durante la gestación y este se ve afectado por una serie de causas multifactoriales como pueden ser las relaciones de la madre con su entorno y el apoyo que reciba, el nivel de estrés que la rodee, como fue la niñez de la madre e incluso la forma en la que fue concebida su criatura (Klaus & Kennell, 1982).
Durante el último trimestre de embarazo, los circuitos neuronales se reorganizan reduciendo el tamaño del cerebro de la mujer para prepararse para la cascada hormonal que finalizará tras el contacto piel con piel en el postparto inmediato.
Asimismo, durante el primer trimestre, el desarrollo del bebé está influenciado principalmente por la genética heredada de los padres. Sin embargo, lo que experimenta el bebé en el útero, como las sensaciones y experiencias, también juega un papel crucial en la formación de su cerebro y su futuro.
Aunque el crecimiento y la mielinización cerebral comienzan en el último trimestre del embarazo y continúan hasta los 18-24 meses de vida, es importante tener en cuenta que las diferentes exposiciones a toxinas, alimentos, hormonas, estrés e interacciones sociales pueden tener efectos duraderos en el desarrollo del cerebro del bebé.
De todo esto hablaremos un poco más adelante.
¿Puede afectar el estrés a la salud de la embarazada o del bebé?
Curiosamente, durante el embarazo se produce un aumento de estradiol y progesterona, lo que protege al bebé del estrés (Douglas, Johnstone, Brunton, & Russell, 2000) e impide la liberación de esa oxitocina almacenada antes del parto.
No obstante, un alto nivel de estrés podría producir unos niveles superiores de glucocorticoides en la edad adulta y una mayor predisposición a padecer patologías afectivas, metabólicas y cardiovasculares (Brunton & Russell, 2010) además de un parto prematuro (Paris, Brunton, Russell, Walf, & Frye, 2011) y bajo peso (Hedegaard et al., 1993; Hedegaard, Henriksen, Sabroe, & Secher, 1993; Lou et al., 1994). Lo que lo convierte en un factor de riesgo para el desarrollo del bebé.
El estrés durante el embarazo puede condicionar el desarrollo emocional y conductual del niño incluso hasta el inicio de la edad adulta. Los acontecimientos vitales estresantes durante el primer trimestre del embarazo aumentan el riesgo de tener un aborto espontáneo (Nepomnaschy et al., 2006) o de alteraciones congénitas por una alteración del desarrollo de la cresta neural, como por ejemplo el labio leporino (Hansen, Lou, & Olsen, 2000).
Más de catorce estudios han encontrado una relación entre la ansiedad materna prenatal y alteraciones cognitivas, conductuales y emocionales en los hijos (Van den Bergh, Mulder, Mennes, & Glover, 2005). De hecho, los niños de mujeres embarazadas con estrés o con ansiedad presentan con mayor probabilidad ansiedad, trastornos de hiperactividad o déficit de atención y menor desarrollo mental según la escala de Bayley.
Incluso el estrés durante el embarazo puede aumentar el riesgo de esquizofrenia y depresión en los niños y sus madres, así como alterar la actividad genética a través de la metilación del ADN, lo que puede persistir en la edad adulta. Por todo ello es importante prevenir, diagnosticar y tratar precozmente los trastornos de ansiedad y estrés en el embarazo.
Como puedes comprobar, el estrés durante el embarazo debe ser tomado en serio. Desde el método Laxmi te invitamos a que acudas a tu proveedor sanitario o a una psicóloga perinatal si sufres de ansiedad o estrés durante la gestación.
Además de todo esto, es importante resaltar que el estrés durante del parto inhibe la producción de oxitocina, la cual es encargada de las contracciones uterinas y un buen desarrollo del parto. Pero no solo eso, sino que también es la responsable de la liberación progresiva de endorfinas y un característico estado alterado de conciencia propio del parto (Colman & Colman, 1973), además del inicio de la actitud maternal y del apego (Champagne, Diorio, Sharma, & Meaney, 2001). Esto nos indica que el lugar y la forma en la que demos a luz puede ser clave para el nacimiento del bebé.
En cuanto a la criatura, es importante señalar que tras un parto vaginal normal el nivel de catecolaminas (adrenalina) es veinte veces mayor que en un adulto. Siendo, en un parto instrumental o donde el bebé haya sufrido asfixia, mucho más alto. Esto es conocido como un estado de alerta tranquila durante las dos primeras horas también debido al alto nivel de oxitocina, el cual se resuelve a través del contacto piel con piel y la iniciación temprana de la lactancia materna (Bystrova et al., 2009) gracias también, al olor del pecho materno por el que se puede guiar el recién nacido(Varendi, Porter, & Winberg, 2002).
En el Método Laxmi encontrarás técnicas que te ayudarán a reducir el estrés para tener un embarazo y parto tranquilo.
¿Qué sucede en las cesáreas programadas?
En el punto anterior, comentábamos que los niveles de catecolamina y cortisol en un recién nacido por vía vaginal son muy altos. Sin embargo, estos niveles en un recién nacido tras una cesárea programada son relativamente bajos, lo que a primera vista, puede hacernos suponer que programar más cesáreas, podría ser beneficioso para las criaturas.
Pero sorprendentemente, la ausencia de estas catecolaminas se han relacionado con el distrés respiratorio y un aumento de hipoglucemia e hipotermias además de mayor dificultad para la activación del bulbo olfatorio, lo cual desorienta al recién nacido y en consecuencia, dificulta la instauración de la lactancia materna. En cambio, se ha encontrado en los bebés nacidos por cesárea, pero que han realizado un trabajo de parto previo, localizan más fácilmente olores familiares que aquellos que habían nacido por cesáreas electivas (Varendi et al., 2002).
Sin embargo, las posibles secuelas cerebrales de las cesáreas programadas han recibido escasa atención, aunque cada vez es mayor la preocupación por los efectos de la cesárea en la maduración cerebral del infante (Kapellou, 2011).
De hecho, un estudio publicado en “JAMA Network Open”[2] analizó 20 millones de partos en 19 países que relacionaba un mayor índice de autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad en cesáreas. Lo que no quiere decir que la causa de estos trastornos estén provocados directamente por dicha cirugía. Y ahora, puede que hayas tenido que volver a leer la frase anterior de nuevo para asegurarte que has entendido bien lo que acabas de leer.
Te cuento, simplemente la razón de la cesárea, que suele venir dada por una patología, podría tener factores de riesgo que sean los que desencadenen este aumento de posibilidades en el desarrollo cerebral del niño. Por lo que no hay que demonizar las cesáreas cuando están justificadas, ya que salvan vidas.
Según sus investigadores, también hay que tener en cuenta que al nacer por cesáreas, el bebé no se nutre de las bacterias específicas del intestino de su madre al no haber pasado por el canal de parto, lo que afecta a su respuesta inmunitaria. Esto, combinado con otros factores, como la predisposición a trastornos neuropsiquiátricos, “da lugar a riesgos en la descendencia”.
Con respecto a las madres que dan a luz en cesáreas programadas, se ha observado que tienen una respuesta significativamente menor en el cerebro al llanto de su bebé que las que han tenido un parto vaginal (Swain et al., 2008).
Y por supuesto, no vamos a obviar otros riesgos que conlleva una cesárea como el aumento de probabilidades de enfermedad respiratoria o mortalidad para los bebés. Y mayor riesgo de hemorragia, infección, embolismo pulmonar, más complicaciones tromboembólicas, peor adaptación psicológica entre otros.
Aunque hay evidencia que sugiere que las mujeres que han tenido una cesárea tienen experiencias menos satisfactorias, tienden a tener más depresión postparto y más dificultades en establecer un vínculo y la lactancia materna [1]; hay mucha otra evidencia que es contradictoria o escasa (especialmente en inducciones) en cuanto a la relación del desarrollo de la depresión postparto.
Ante un escenario tan poco esclarecedor, podemos hipotetizar dos cosas; la primera que la ausencia de oxitocina endógena durante el parto podría producir dificultades con el vínculo entre mamá y bebé y, en consecuencia, mayor sensación de extrañamiento y tristeza. Y la segunda y más preocupante desde nuestro punto de vista, es que todavía queda mucho que investigar.
Lo que sí sabemos, es que el riesgo de hemorragia materna grave está relacionado con la administración de oxitocina sintética durante el parto (Belghiti et al., 2011), y que algunas cesáreas son simplemente consecuencia del miedo y la desinformación que experimentamos.
Poniéndote en buenas manos, puedes reducir el miedo y las posibilidades de tener un parto intervenido. Con el método Laxmi, nosotras mismas te ayudamos. Incluso, en caso de que necesitaras una intervención, obtendrás herramientas que marcarán una gran diferencia para que tengas una experiencia positiva y en calma.
¿Qué pasa si separamos a bebé de mamá durante el postparto inmediato?
Cuando un bebé nace, tiene el sentido del gusto y del olfato muy desarrollado. Tanto que puede reconocer el olor de la leche de su madre (que es muy parecido al líquido amniótico) lo que hace que se enganche instintivamente al pecho de esta. Además, sus esquemas cerebrales siguen desarrollándose al reconocer la voz de su madre, y junto a su sentido del tacto.
Y es que nadie duda que el hábitat natural del bebé es el cuerpo de su madre (Bergman, 2005; Winberg, 2005). Ya que además, el piel con piel no solo conserva la energía, ajusta el balance ácido base, la respiración, y calma al bebé, sino que también adapta el sistema digestivo de la madre y cambia la conducta maternal (Winberg, 2005).
Además de que la madre ayuda a regular la temperatura corporal del bebé, también ayuda a ajustar la respiración, el llanto y las habilidades de búsqueda de alimento del bebé. Al mismo tiempo, el bebé responde al contacto despertando o ajustando su atención, lo que facilita el cuidado materno y el inicio y mantenimiento de la lactancia.
Sin embargo, muchas veces, como consecuencia de una patología o prácticas desactualizadas, el bebé y la madre son separados nada más nacer. Lo que se traducirá en una peor interacción entre ellos en el primer año de vida si pasan al menos las dos primeras horas separados (Bystrova et al., 2009).
De hecho, sabemos que en roedores, el contacto piel con piel supone una serie de cambios epigenéticos con efectos a largo plazo. Además, la separación supone una respuesta de estrés o ansiedad en la edad adulta (Nagasawa, Okabe, Mogi, & Kikusui, 2012). En cambio, el contacto piel con piel supone una elevación de los niveles de oxitocina en la cría que permite que ejerza una actitud de apego mayor con sus descendientes (Kendrick, 2004). Y por si fuera poco, en otros mamíferos, la separación genera una respuesta agresiva en la madre. Conociendo toda esta información, lo que sorprende, es que todavía no haya estudios sobre esto mismo en humanas.
Es importante señalar, tal y como lo hacen otras guías internacionales, no solo que el contacto piel con piel también está recomendado en las cesáreas, sino que además, la presencia de un acompañante la elección de la madre también lo está. Esto hará que la percepción de la madre mejore hacia su parto y se fortalezca el vínculo entre el recién nacido y su progenitora.
Si la madre no puede tener contacto piel con piel con su hijo debido a su estado de salud, se ha demostrado que el contacto piel con piel inmediatamente después del parto con el padre puede ser beneficioso para ambos.
Aunque cada vez son más, no todos los hospitales en España tienen una política de piel con piel actualizada en sus protocolos. Por lo que se hace muy necesario que la futura mamá se informe antes de elegir un hospital para parir en el que respeten el piel con piel inmediato y tenga un protocolo de cesáreas humanizadas en la que los brazos de las madres no estén atados, el acompañante pueda entrar, la madre pueda llevar gafas puestas si lo necesita, se pueda bajar la cortinilla e incluso ella misma pueda coger al bebé mientras sale si así lo desea. El piel con piel, al igual que en un parto normal, debe ser con los cuerpos desnudos de ambos sobre el pecho de la madre.
Estas experiencias tienen un impacto crucial en la formación de las conexiones cerebrales y el crecimiento del cerebro, que es más significativo durante el último trimestre del embarazo y los dos primeros años de vida.
La leche materna, que contiene el 75% de los componentes del cerebro, es esencial para su desarrollo. Por lo tanto, es importante brindar a los bebés estímulos positivos y experiencias enriquecedoras desde el principio, lo que significa sostenerlos en brazos y amamantarlos. Este tipo de comportamiento materno durante el primer año de vida está asociado a un apego seguro.
¿Puede tener el tipo de lactancia un impacto en nuestra salud?
Aunque sabemos que la lactancia artificial es una opción para muchas mujeres por diferentes razones, es importante ser consciente de los riesgos y beneficios de las decisiones que tomamos en acciones que pueden tener un efecto en la salud de nuestros hijos.
Y es que, el tipo de lactancia que elijamos no solo va a afectar a la salud de los más pequeños, sino que también va a afectar en la salud de las madres. De hecho, el dar lactancia artificial puede predisponer a la madre en un estado cerebral de duelo que explique una mayor incidencia de depresión postparto (Gallup, Nathan Pipitone, Carrone, & Leadholm, 2010). Y se ha observado que una falta de activación cerebral similar a la descrita en las cesáreas programadas al llanto del bebé (Kim et al., 2011) desconociendo las implicaciones a largo plazo de estas diferencias.
Con la lactancia materna también producimos esa hormona tan importante que es la oxitocina. La cual estimula la producción de prolactina en el lóbulo anterior de la hipófisis, lo que a su vez produce leche. Esta oxitocina, nada más nacer el bebé, es la que también provoca que se produzcan las contracciones necesarias en el útero para alumbrar la placenta.
A su vez, el calostro es el responsable del establecimiento y desarrollo de la flora intestinal en la criatura (que influye en el desarrollo de su sistema inmunitario) y facilita la expulsión de meconio (efecto laxante), lo que ayuda a controlar las cifras de bilirrubina en el recién nacido. La cantidad de calostro producida día tras día va aumentando hasta que se transforma en leche madura. La cual, también irá modificando su calidad y cantidad, adaptándose a la necesidades del niño todo lo que dure la lactancia.
Suplementar con otros líquidos o leche artificial los primeros días de vida, pone en riesgo la producción y resta los beneficios del calostro. Asimismo, la alteración de este proceso después del nacimiento puede conducir al desarrollo futuro de enfermedades inflamatorias, alérgicas e inmunológicas.
Y aunque damos por hecho que la lactancia artificial es 100% segura, la realidad es que en algunas partes del mundo, la lactancia artificial tendrá como consecuencia que algunos bebés no sobrevivan. Y aunque sí lo hacen en países desarrollados como el nuestro, la realidad es que muchos de ellos presentan problemas de salud.
Ten en cuenta que si por alguna cuestión la lactancia materna no se pudiera llegar a establecer, la Organización Mundial de la Salud afirma que la segunda mejor opción es la extracción de la leche de la madre dada de otra manera.
Es importante puntualizar que, durante la lactancia, el estrés también puede afectar a la misma, ya que puede suponer que la producción de leche disminuya debido a la activación del sistema nervioso simpático en situaciones mantenidas de estrés. Haciendo incluso que, el reflejo de eyección de leche pueda bloquearse.
Si quieres dar lactancia materna exclusiva es importante que te informes, lo indiques en tu plan de parto y que tengas un sacaleches a mano, ya que en algunos hospitales, cuando hay separación de mamá y bebé, también suplementan sin el consentimiento de los padres.
Después de haber leído todo esto, es posible que se te haya quedado el cuerpo del revés. Desde el método Laxmi, queremos aclarar que el tipo de parto o alimentación que des a tu bebé no te define como madre, ni tiene por qué definir la salud de tu hijo a largo plazo. Los hábitos que instauremos durante el resto de su vida, el contacto físico con ellos, el tipo de alimentación y el ambiente que les rodee también tendrán un gran impacto en su salud (física y mental) y su microbiota intestinal.
Además de ayudarte con tu lactancia, el Método Laxmi te ayuda a que tengas un parto más seguro y lo menos intervenido posible desde la calma y el amor para tu bebé tenga un nacimiento positivo.
Si quieres aumentar las posibilidades de que esto ocurra de una forma fácil y rápida únete a nuestros cursos de preparación al parto.
Puedes ampliar toda esta información sobre el artículo aquí: https://www.sanidad.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/MatySalud.htm
Redactado por Marta Laguna

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